Este domingo el pueblo guaraní celebrará los comicios en los que elegirá a su nuevo jefe de estado.
Los paraguayos decidirán su voto entre el oficialista Mario Abdo Benítez, hijo de un exdirigente de la dictadura, y el opositor católico Efraín Alegre, exministro del gobierno de Fernando Lugo.
Este domingo 22 de abril, Paraguay saldrá a las urnas para elegir a su próximo presidente, que gobernará por los próximos cinco años. Dos candidatos concentran las preferencias electorales de un país que, tradicionalmente, ha sido gobernado por la derecha conservadora. Por eso, estas elecciones serán clave, pues podrán medir si la izquierda sigue siendo una opción real.
Paraguay es y ha sido un país en el que el orden político no ha cambiado en los últimos 50 años. Desde que terminó la dictadura de Juan Alfredo Stroessner (1954-1989), todas las elecciones presidenciales, menos una, fueron ganadas por el Partido Colorado, de corriente de derecha.
La única que se salió del molde fue la elección del exobispo Fernando Lugo en 2008, quien se convirtió en el segundo presidente de izquierda del país sudamericano y el primero tras la dictadura de Stroessner. Sin embargo, el exsacerdote no pudo culminar su mandato y en 2012 fue removido de su cargo alegando mal desempeño en sus funciones.
Tras la destitución de Lugo, el Partido Colorado consiguió la victoria en las elecciones generales de 2013 de la mano de Horacio Cartes y cinco años después, izquierda y derecha se volverán a ver las caras en las urnas. Pero, ¿quiénes son los candidatos con posibilidades de dirigir este país sudamericano, que es el cuarto exportador de soja del mundo y también un importante vendedor de energía eléctrica?
Perteneciente a una familia de alta alcurnia, Mario Abdo Benítez, de 46 años, es el favorito de las encuestas. Graduado en mercadeo en Estados Unidos, “Marito” es uno de los rostros jóvenes de la política paraguaya, pero carga con la pesada cruz de la relación de su familia y la dictadura de Alfredo Stroessner.
Sus primeros pasos en la política fueron en 2005 como miembro del movimiento Reconstrucción Nacional Republicana. Luego fue miembro del movimiento Paz y Progreso y fue nombrado vicepresidente del Partido Colorado en 2005. En 2013 llegó al Senado y en junio de 2015, fue elegido presidente del Senado de Paraguay.
Sin embargo, Abdo Benítez ha sido criticado por su cercana relación con el régimen Stroessner, ya que su padre, Mario, fue por años el secretario privado del dictador paraguayo. Sus críticos le han cuestionado actitudes como haber asistido a los funerales de Stroessner en su exilio de Brasilia en 2006 y el haber propuesto que el partido Colorado le rindiera tributo.
Pero Abdo Benítez asegura haber construido una identidad propia a pesar de su origen. “Yo lamento la parte negra de nuestra historia, pero como muchos paraguayos pienso que no debe ser una excusa para mantener una división entre compatriotas. Yo tenía 16 años cuando cayó Stroessner”, afirma.
Mario Abdo Benítez consiguió la candidatura del Partido Colorado a pesar de no contar con el apoyo del presidente Horacio Cartes, quien le retiró su apoyo luego de que “Marito” se pusiera en contra de su interés de reelegirse. Llegó a ser vicepresidente del Partido Colorado y presidente del Senado y desde allí construyó la disidencia interna que le terminó por arrebatar la candidatura en estas elecciones al delfín del mandatario, Santiago Peña.
El candidato de derecha ganó las primarias del Partido en diciembre de 2017 al derrotar al exministro de Hacienda y candidato del gobierno Santiago Peña con 570.921 votos (51,01%) en comparación con 483.615 (43,23%) de Peña.
“Ojalá le pueda demostrar al pueblo que yo soy Marito del siglo XXI y que con mi conducta se puedan con el tiempo sentir tranquilos. Yo quiero demostrar que mi compromiso es con el futuro del Paraguay”, remarca.
Sin embargo, en el marco de unas nuevas elecciones, y ante la posibilidad real de una derrota electoral ente la izquierda, Cartes ha declarado oficialmente su apoyo a la candidatura de Abdo Benítez.
“Aquí todos somos uno, y vamos a liderar con ustedes está gran reconstrucción que necesita nuestra república, un proceso de transformación, y lo vamos a hacer juntos los colorados y los paraguayos de bien”, afirmó Abdo Benítez en un acto electoral en el que fue acompañado por el presidente Cartes el pasado mes de marzo.
Abogado y militante del partido Liberal desde muy joven, el candidato presidencial opositor Efraín Alegre, de 55 años, aspira a romper la hegemonía del oficialista partido Colorado al frente de una coalición de centro izquierda en las elecciones del domingo.
Hijo de un hacendado y comerciante del departamento de Misiones, es el octavo de doce hermanos. Tiene cuatro hijos y está casado con Mirian Irún desde hace 26 años, es católico practicante, opositor al aborto y al matrimonio igualitario, en contradicción con varios partidos que lo apoyan en su Alianza Ganar.
Esta es la segunda vez que Alegre se presenta a unas elecciones por segunda vez en cinco años. En 2013 cayó derrotado por el actual presidente, el empresario Horacio Cartes, en unos comicios donde su partido se presentó sin alianzas. El actual mandatario ganó con un 48% de los votos frente al 39% que obtuvo Alegre. Vale la pena aclarar que en Paraguay no hay segunda vuelta.
Egresado de la Universidad Católica, máster en Ciencias Políticas por la Universidad Nacional, posgrado en Derecho Comunitario por la Universidad de Salamanca (España), exministro de Obras, expresidente tanto de la Cámara de Diputados como de la de Senadores, además presidente de su partido, Alegre tiene un perfil político completo.
Alegre propugna reducir al mínimo las tarifas de la electricidad y ofrece salud gratuita a favor de los indigentes, postura que apresuró a su rival político a advertir una tendencia populista, mala palabra en esta nación sandwich entre Argentina y Brasil.
Alegre remarca que los últimos 70 años de gobierno colorado -salvo el período de cuatro años que gobernó su actual aliado el exobispo izquierdista Fernando Lugo (2008-2012)- han sido sinónimo de “inestabilidad, pobreza, despilfarro y corrupción”, al tiempo que exhortó al electorado a “vencer al continuismo para empezar a crecer”.
Pero carece de la aceitada estructura con que cuenta el partido Colorado. Por ello insta a votar contra la hegemonía colorada, a la que atribuye responsabilidad en la pobreza estimada en 26,4% (global 2017, que vive con menos de 100 dólares mensuales) y una pobreza extrema de 4,41% (que vive con menos de 50 dólares).