Euforia, abrazos, lágrimas. Desahogo.
El festejo de los Jaguares en medio del emblemático Eden Park y bajo una lluvia intensa pinta un cuadro imborrable que da cuenta de la importancia de este triunfo. Valioso porque Jaguares por primera vez venció a una franquicia neocelandesa, sí, pero también por cómo, una vez más, logró sobreponerse a las complicaciones que opuso el adversario y que el mismo equipo se había autoimpuesto.
No hace mucho, vencer a una franquicia de Nueva Zelanda parecía utópico. Pero de golpe, Jaguares se subió a una ola de confianza y partido a partido va superándose a sí mismo. En la madrugada del sábado logró un nuevo hito al vencer 20-13 a Blues para cortar una racha de siete derrotas en igual cantidad de partidos ante equipos de Nueva Zelanda.