Ganaron las posiciones de centroizquierda lideradas por el socialismo y de centroderecha representadas por Ciudadanos. Vox logró 23 escaños pero estuvo lejos del batacazo.
Escrutados casi el 100% de los votos, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) logró transformarse en el partido más votado, alcanzando 122 escaños, que no bastaron para hacerse de las 176 bancas para obtener mayoría, pero lo coloca en una posición de fuerza para conformar Gobierno en una alianza que en principio, sería con Podemos y distintas formaciones independentistas. Actualmente tiene sólo 84 bancas.
Las encuestas estuvieron muy cerca del resultado electoral, sobre todo en relación al socialismo. En cambio, si bien se presumía que el Partido Popular (PP) quedaría en segundo lugar, se esperaba que alcance por lo menos 90 escaños (ellos esperaban 100), pero apenas logró 66, muy lejos de los 137 que tiene en la actual legislatura del Congreso.
Ciudadanos, que bajo el liderazgo de Albert Rivera jugó a barrer el PP como partido hegemónico del bloque de la derecha logró su objetivo, y está en los 57 escaños, superando los 36 que tiene actualmente. Podemos, en cambio, bajó a 35, cuando había llegado a 67 en las elecciones de 2016.
Así, lo primero que es posible concluir es que Pedro Sánchez logró su tercer milagro. En medio del desbande que le provocó el surgimiento de los indignados de Podemos, que tuvo al socialismo fuera del poder por 8 años, se hizo de la secretaría general del partido con mínimo respaldo interno. Y, hace 10 meses, impulsó una inédita moción de censura con la que se hizo del Gobierno, lo que le permitió reunir la fuerza necesaria para posicionarse de cara a estas elecciones.
La estrategia exitosa de Sánchez tiene varias causas. Una tiene nombre y apellido y se llama Iván Redondo, el joven experto en comunicación política que viene del PP y logró la confianza del socialista, a quien convenció de un camino que pocos entendían, pero que se mostró más que eficiente.
Sánchez fue a las elecciones alejándose de los independentistas con los que llegó al Gobierno, y sugiriendo que podría hacer una alianza con Ciudadanos. En los debates, finalmente, tuvo que negarlo por la enfática negativa de parte de Rivera de encarar una coalición con el PSOE: “Con ellos no voy ni a la esquina”.
El segundo éxito estuvo en manos de Rivera, que se colocó cómodamente en un tercer lugar a pocos escaños del PP, demostrando que su estrategia también fue muy profesional y medida, apostando a las zonas rurales que tienen gran influencia por el reparto del “sistema d’hont”, un cociente para una distribución de escaños que beneficia a las poblaciones de pocos habitantes o “la España vacía”. Rivera solo falló en el segundo debate, cuando se sobregiró en su posicionamiento crítico a diestra y siniestra, haciendo una actuación que ya no sorprendió y pareció forzada.
Por cierto, el gran perdedor es Pablo Casado, quien en enero parecía que sería quien llevaría al PP de regreso al poder y, en cambio, supera por menos de 10 escaños a Ciudadanos. Habrá que analizar qué fue lo que falló, si el candidato que no logró posicionarse como presidenciable o la estrategia de tomar la agenda más agresiva de Vox para no perder votos por derecha. Quizás, simplemente, el PP ya no sea el partido que mejor represente a la derecha española.
Pablo Iglesias, el líder de Podemos, tampoco salió muy bien parado. El PSOE fue eficiente en recuperar votos que se le habían ido por izquierda y Podemos perdió más de 15 escaños, aunque en la ultima semana el candidato hizo un gran esfuerzo por moderar su discurso ya que el electorado se fue colocando cada vez más al centro del espectro ideológico, aunque no le alcanzó.
El fiasco, sin embargo, fue Santiago Abascal, de Vox. Claro que no tenía escaños y ahora tiene 23, lo que significa un salto descomunal en materia de representatividad política. Pero como en ese joven partido se esperaba entre 40 y 70 escaños, y hasta había quienes hablaban de 90, un número como el obtenido parece demasiado poco para que pueda ser considerado un éxito.
Ahora habrá que ver cómo forma Gobierno el PSOE. Entre los constitucionalistas existe el temor de que una nueva coalición con el independentismo reavive la vocación separatista que dañó el pacto español de 1978 y ponga en riesgo la unidad de España.
FUENTE: www.infobae.com