El personal del Hospital San Roque, Bomberos Voluntarios y trabajadores de la Dirección de Seguridad Vial y Urbana de la Municipalidad de Esquina iniciaron este viernes un Curso en Emergenteología, que finalizó este sábado. Estuvo a cargo de la capacitación, el director nacional de Emergencias Sanitarias, Carlos Dante Russo (DINESA), con amplio currículum en la temática, formando parte de equipos o comandado operativos en los principales sucesos catastróficos o tragedias nacionales como la Guerra de Malvinas, el accidente aéreo de LAPA, el incendio de Cromañón y el choque de trenes de Flores, pero uno que sin duda lo marcó para toda la vida fue el atentado a la Asociación Mutual Isarelita Argentina (AMIA), por el cual se lo conoce por haber sido el que salvó a la última víctima entre los escombros, como así también tuvo participación a nivel internacional con misiones en Haití, la Franja de Gaza, entre otros.
El evento estuvo organizado por el Hospital San Roque, a cargo de su director Leandro Ramírez, y auspiciado por la Fundación Mallorca Solidaria, la que “nos permite poder realizar esta capacitación, ya que es arancelado, pero está todo cubierto por ellos, la familia Forteza Rey”, contó el Doctor a un medio local. En ese marco resaltó que “hace mucho tiempo la Fundación viene colaborando y apoyando al Hospital San Roque”, a lo que agregó que “veníamos hablando con José Forteza Rey cuál era la mejor forma de aportar para mejorar la institución, que sea duradero y útil para todo el personal, y fue así que apuntamos al curso de Emergenteología, ya que invertir en educación es invertir en futuro”.
Russo es actual director nacional de Emergencias Sanitarias, perteneciente al Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación, encabezado por Carolina Stanley. Aunque también fue director de Emergencia del Sistema de Atención Médica de Emergencias (SAME) y subsecretario de Salud de Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), y voluntario de cascos blancos.
El Médico a cargo de la capacitación tiene amplia experiencia en el área, ya que dirigió equipos o participó de operativos de rescate en las principales tragedias y catástrofes nacionales e internacionales. El accidente de Líneas Aéreas Privadas Argentinas (LAPA) en la Costanera de Capital Federal, el incendio de Cromañón y el choque de trenes de Flores, son sólo algunas de las tragedias locales en las que intervino y ya como responsable de la DINESA, desde donde comandó, entre otras, las asistencias en las inundaciones en el norte del país.
También cuando se sumó a Cascos Blancos, integró misiones en Haití, Franja de Gaza y las Islas Malvinas, adonde viajó con un contingente de familiares al cementerio de Darwin.
Pero sin dudas algo que lo dejó marcado y que hoy lo recuerda como si hubiera sido ayer, es el atentado a la AMIA. En una entrevista concedida al diario Perfil el año pasado, Carlos Russo recordó que el 18 de julio de 1994 estaba de guardia como clínico en el Hospital Pirovano y fue enviado a la zona del desastre para auxiliar tras la explosión de la bomba.
Entonces no le dieron demasiados datos, más que había habido una explosión. Los vidrios rotos en las cercanías y un olor que todavía recuerda, pero no puede describir, fueron la antesala del horror y el caos en pleno Once.
Trabajó toda esa jornada y la del día siguiente. Sin pensarlo describió que se metió entre los escombros para auxiliar a Jacobo “Cacho” Chemahuel, el encargado de maestranza de la AMIA, que estaba atrapado y que salió vivo de allí, pero murió tres días después en una sala del Hospital de Clínicas.
Ese caso es aún recordado porque fue la última víctima que pudo ser rescatada entre los escombros, gracias al Dr. Russo. Asegura que cómo en medio de las corridas y el desconcierto de ese día se dio cuenta para qué servía y desde entonces su carrera fue virando para la Emergenteología.
Cuando le preguntaron por el impacto de su trabajo explica que “nadie se puede acostumbrar a ver gente rota, destrozada, sufriendo”. Sobre el impacto de la asistencia en la AMIA, Russo detalla que “en esa época no estaba la ayuda psicológica que necesitamos, después empezaron a aparecer y se instalaron como parte de los equipos de emergencia, para la asistencia de todos nosotros”, completó.
Russo puede decir que estuvo en las entrañas de la AMIA, donde ingresó junto a bomberos y rescatistas para asistir a Chemauel, el hombre que había quedado atrapado. Ahí le pusieron suero, cuidaron su hipotermia, controlaron su diabetes y evaluaron las mejores opciones para sacarlo.
Lo lograron después de horas de trabajo en las que ninguno fue reemplazado. “Es instintivo”, asegura. Cuando salieron hubo lágrimas, aplausos y emoción.
El Médico se acuerda de dos cosas: el optimismo que les transmitía Chemauel. “Era admirable, nunca dejó de decir: muchachos vamos a salir”, recuerda, y de una mujer que lo saludó a él apenas salieron mientras “Cacho” era trasladado al Clínicas: “Me agradeció por lo que estábamos haciendo. Al día de hoy no sé quién era, pero eso te queda marcado”.