En una charla llena de recuerdos y vivencias, un referente de la cultura local comparte con Comunicándonos su fascinante historia de vida. Desde su niñez, donde ya destacaba con sus recitados, hasta sus años como locutor y martillero público, cada etapa fue clave en la construcción de su legado. Con anécdotas de festivales, orquestas y viajes, este hombre ha sido testigo y partícipe de momentos cruciales de la historia de su comunidad.
Con solo 4 años, comenzó su fascinación por el escenario. “Pedí una silla para recitar unos versos en la escuela”, recuerda, marcando el inicio de una vida dedicada al arte y la comunicación. Aquella pasión lo llevó a ser parte de festivales y a viajar por el país en busca de las mejores orquestas y conjuntos musicales.
“Todo va de la mano”, asegura, refiriéndose a su incursión en la radio y su vinculación con el baile de locutores. Desde joven, se destacó como presidente de varias instituciones locales, como el Club Colegial y el Club Ciclista, mientras desarrollaba su orquesta, Unatis Boy Jazz, con jóvenes talentosos.
Además, su conexión con el carnaval de Esquina fue fundamental. A lo largo de los años, no solo organizó festivales, sino que también introdujo importantes artistas y orquestas de Brasil y Uruguay a la comunidad. “Era mucho trabajo, pero valía la pena”, afirma, destacando lo que significaron los viajes y las experiencias compartidas con músicos y artistas.
A pesar de su éxito como martillero público, dejó este trabajo después de casi diez años, al ver la tristeza que causaba en los hogares. “No era lo mío”, dice con una mezcla de reflexión y nostalgia.
Hoy, sigue siendo una figura clave en la historia de su ciudad, con un legado que ha dejado huella tanto en el carnaval como en la música y la radio.